Elogio al 4:3

No la «académica» ni la «clásica» sino una masiva y popular: la de los medios. La cuenta de cuatro dividido tres, los cuatro tercios, el 16mm en cine, la televisión analógica blanco y negro y la color tanto en la norma NTSC como en la PAL, la informática con interfaz gráfica con el usuario (GUI) en todas sus versiones, los dispositivos táctiles por excelencia como el ipad2, las pantallas de los millones de cajeros automáticos encendidas alrededor del mundo, las consolas de video-juegos, los fichines. Un mundo visual realista o abstracto, ventana o display, chato o tridimensional se nos presenta en 4:3.

baja resolución

Las elecciones, como los censos, son la versión analógica del big-data. Sus expresiones no son proyecciones estadísticas ni especulaciones en base a universos, sino el recuento 1 a 1 de cada una de las expresiones de los actores que participan en la pesquisa. 7.116.352 no es un número salido de un cálculo matemático sino la expresión real de personas que debieron ejercer efectivamente el acto positivo de dejar ese registro.

¿Cómo era un aula real?

Solo el Cine. Del aula como espacio arquitectónico, al aula como espacio fílmico cúbico corpóreo, a la película de Hernán como espacio plástico vi dimensional en capas lienzo, a la pantalla como espacio de proyección, a la sala de cine como dispositivo a la italiana sentados mirando al frente con la luz apagada, a la película emitida por aire en un canal de televisión.

25 de Abril

A diferencia de la historia oficial del video contada en Europa y Estados Unidos donde la tecnología del video se presenta como una herramienta liberadora de las minorías y los artistas experimentales, en Argentina el Video llegó de la mano de una sangrienta dictadura de asesinos organizados en la tarea eficaz de disciplinar cualquier voluntad política de cambio que desvíe al país de la sumisión al neoliberalismo. El Video de los primeros tiempos como tecnología en Argentina está intrínsecamente relacionado a la maquinaria de propaganda militar que utilizó todos los recursos disponible para crear un evento político alrededor del Mundial ’78 (marcando brutalmente en nuestra historia su imaginario a la disciplina militar: especialmente los grandes eventos futbolísticos y la televisión color, incluso también el discurso fervoroso hacia las nuevas tecnologías que en Argentina asociamos de manera sutil e irremediable a lo fascista, castrense y negacionista).-