En estos días la señal de televisión pública Canal Encuentro pondrá en el aire el documental Acá y Acullá (Hernán Khourian, 2019).

Durante la búsqueda de Hernán para encontrar un aspecto formal que sustente una película sobre la relación del Genocidio al pueblo Armenio y el vinculo con su propia historia y con la historia cercana desde el conurbano sur (territorio habitado por él cotidianamente en el camino a través de la Ruta Uno: La Plata-Buenos Aires); es que fue encausando la representación hasta llegar al aula como dispositivo espacio-temporal donde articular las distintas líneas que confluyen en el trabajo.

La propuesta de realizar juntos un taller de audiovisual en la escuela armenia de Valentín Alsina donde además había estudiado la protagonista del documental fue esclarecedora. Como camarógrafo, amigo y compañero de docencia la tarea central aquí estaba en definir ese espacio: el espacio del aula.

El Aula en la película de Hernán es todo. El espacio físico arquitectónico tenía que completar unos requisitos muy particulares para poder llevar a cabo este proyecto. La colaboración de la institución aquí fue maravillosa: directoras, docentes y cooperadora colaboraron en la factura de este espacio único y a la vez representativo de todos los otros.

No podía ser el aula donde los alumnos tenían clases, ya que debíamos transportarlos a una actividad muy especial: ser a la vez asistentes a un taller de cine documental y protagonistas de un documental. No era solamente que nosotros docentes íbamos a llegar a su aula a darles un taller, ellos debían venir al aula del taller de cine documental como un espacio físico distinto al cotidiano.

Tampoco podíamos en la película utilizar otros espacios de la escuela, porque en ese aula queríamos construir todas las aulas. Mostrar más aulas otras hubiese significado que este aula fuera una otra aula y no todas las aulas.

Necesitábamos de manera imperiosa (yo necesitaba) que por la ventana del aula entre luz de sol, así que el horario de las clases estaba limitado al horario de sol. En la ventana una cortina de gasa blanca traslúcida regulaba la intensidad dependiendo el tamaño de plano y el momento del documental. A su vez solicitamos duplicar el plafón de tubos fluorescentes para tener una base lumínica sobre la cual modular con rebotes de telgopor y la cortina. Todos los planos de los chicos están grabados en ese aula durante el horario del taller de cine, excepto el recreo del comienzo y lo que ellos mismos traían de sus casas obviamente.

Cuando pensamos con Hernán el mejor color para las paredes, el pizarrón, los pupitres, las mesas y gabinetes decidimos que sea la misma escuela quien lo resuelva finalmente. ¡Que mejor directores de arte que los propios docentes, gente de la cooperadora y maestranzas de la institución! Hicieron un gran trabajo aportando al documental ese aula que puede ser de Valentín Alsina o de cualquier parte del Mundo. Convirtieron ese espacio en un aula modelo, ideal para ser encuadrado simétricamente e ir estructurando un espacio fílmico donde alojar todas estas historias y generaciones que a su vez se iban a superponer en capas de una manera que aún no estaba definida al momento del rodaje.

Es por ello que ese cubo cinematográficamente perfecto debía ser grabado como un documental clásico en continuidad. Tres lentes básicas, con predominancia de un angular corto; frontal a la altura de los chicos, respetando el eje de miradas y acciones. El aula filmada como la conocemos en el cine desde que el cine existe. Para que luego, todo el trabajo de capas y superposiciones tenga un ancla, un lugar desde donde ir pero sobre todo a donde volver. El documental empieza en el aula (cuando termina el recreo) y termina en el aula (cuando se desarma el plano de imagina y se muestra el artificio). El aula es el espacio y el tiempo de este documental.

Junto a Guido Ronconi y Hernán Khourian (rodaje, 2015)

En estos tiempos de pandemia en que el aula es virtual, siquiera de una virtualidad soberana (excepto en las universidades nacionales la mayoría de las interacciones entre docentes y alumnos se cursan en plataformas extranjeras como line, whatsapp, zoom, googlemeet, paddle o blackboard) o peor aún, como se propone en algunos distritos, el espacio que reemplace al aula puede ser un tinglado, un patio, un bajo autopista, una terraza o simplemente una ronda en una plaza. El aula perfecta del documental de Hernán Khourian se convierte en una evocación única.

La película que quería contar el entramado de recuerdos, deseos y memoria de generaciones en tres momentos distintos de la vida que se proyectan en un aula. Hoy es una película de un pasado distópico donde las aulas estaban habitadas por una niñez revoltosa, afectiva, gritona por momentos susurrante en otros, contagiosa diríamos ahora mismo.

Avant Premiere para el Colegio Jrimian (Auditorio Asociación Cultural Armenia, 2018)

Solo el Cine: del aula como espacio arquitectónico delante de la cámara, al aula como espacio fílmico cúbico corpóreo representado en el montaje en continuidad por raccord, a la película de Hernán Khourian desplegada en un espacio plástico del cuadro como lienzo rasgado en capas bidimensional, a la pantalla como espacio de proyección en la sala de cine que ya no existe hoy tampoco como dispositivo a la italiana sentados mirando al frente con la luz apagada, a la película emitida por aire desde un canal de televisión a la pantalla de led en nuestras casas o a la pantalla del teléfono en nuestras manos.

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Publicado por obsoleta

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